martes, 22 de junio de 2010

Libido lívido




Este juego de palabras me refiere instantáneamente a muchísimos casos y situaciones, específicamente a las de gente que, o bien carece de libido, o tiene una carga tan poco significante que no puede caberme en la cabeza el hecho de existir sin él.


Para mi, la carga libídica es algo tan natural y asumido de mi naturaleza humana como lo son mis sueños y mis piernas, y no creo que pudiera vivir sin ninguno de ellos; o bien, para no ser exagerados, viviría una vida miserable.


Si bien puedo empezar a enumerar casos que se me vengan a la cabeza (y no son pocos), tanto casos puntuales como instituciones que a lo largo de la historia se han encargado de suprimir la libido de los individuos, no lo haré por el hecho de que se convertiría en un escapulario de quejas, como son casi todos los textos que se refieren a esta clase de temáticas.


Solo voy a referirme a la libido como aquella parte nuestra, aquel fuego que late en nuestro corazón en ciertos momentos, las manos que se vuelven de seda en las noches, el roce de los labios que vuelve loco a más de uno.


Y es que con semejante propaganda y semejantes recursos lingüísticos apuntando a la pobre víctima de carga libídica inerte, es poco posible escapar a sus redes, y me desolla la mente el saber que existe gente así. No es para nada fácil el imaginarse conceptos poco comprensibles, y ser un poco exagerados al momento de concebir y transformarse, pero, sin temor a la humildad, digo que no me cuesta tanto imaginarme otra clase de cosas extremas, más que a cierta clase de personas.


Los que entierran a su libido son esa clase de personas que no puedo concebir.

Me imagino todo lo anterior, me imagino todas las provocaciones anteriores, me imagino toda clase de partenaires y de afrodisíacos, todo ese arsenal que la mente humana se ha esforzado en imaginar, crear y transformar a lo largo de todo este tiempo. Y para que? Para nada!


Gente sin esa clase de fuego, pero con otra clase de inclinaciones y otra clase de pasiones. Y es que, si sobre-entendemos que todas las pasiones beben de una sola fuente de empuje, nos resulta entendible que exista gente de esa manera. Puedo comprender que existan personas a las que les emocione la bibliotecología, aunque a mi me parezca un estudio aburridísimo; porqué me cuesta tanto concebir una persona que, al contrario de mí, no tenga ni una sola papila gustativa para el sexo?


Este texto va más allá de toda productividad y ya me parece lo suficientemente hueco como para terminarlo; los dejo con la imagen del cadáver de la libido, esa mujer alta y huesuda que todos conocemos, siendo velada por un puñado de personas que la despiden con una sonrisa.


Fuiste buena compañera, dicen, pero ya no te necesitamos más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Críticas, dudas, comentarios, curiosidad, insultos... cualquier cosa que deseen comentar.-